Campaña con alevosía

En la polarización del mundo occidental ―porque no hay noticias de otro― se está dando la paradoja del boomerang amateur. Ese de cuando estás empezando. Que cuando quieres no viene, y cuando no lo ves venir, va y vence sobre tu frente. Un tira la piedra y esconde la mano, pero con rebote. Es lo que está pasando en Euskal Herria y Catalunya en los actos de campaña de los partidos de derecha. Justo cuando intentan señalar de fascista al que enfrentan, su estrategia se convierte per se en fascista. Una autodestrucción culminada en la batalla que autodenominan como manipulada: los medios de comunicación. Los de los otros, quería decir, porque parece que los suyos no les provocan indigestión alguna por mucho que traguen de todo ―casi como en los otros, también―. Tampoco me caben dudas de que los políticos traguen sin premeditación. Si ya a mitad del siglo pasado lo de las antorchas de la libertad de los ‘Lucky Strike’ ingeniado por Edward Bernays no era un imprevisto, ni las vacas de Rajoy ni la Rentería de Rivera son una casualidad. Campaña con alevosía. Dos semanas hasta el 28 de abril en las que tendrán que estar atentos al boomerang. Sobre todo, los que más tienen que perder según la quiniela de Tezanos ―que también a ver quién se la traga―. Como Sánchez, que para no lanzarlo mucho, ha decidido que defenderá lo público participando en el debate de la privada. A Casado, que primero dice y luego desdice, también le ha dado. Y es que el virus del boomerang amateur le pasa factura hasta a pilotos experimentados. Lástima que Julian Assange no se lavara tanto el culo como lo han hecho con el cerebro de los que le defendían. Supone la enésima activación de la máquina del fango ante un actor molesto con el sistema. Ya lo advertía Il Professore. Ahora resulta que el mayor filtrador de documentos sobre las atrocidades cometidas por EEUU en Irak y Afganistán ―aún sin juzgar― era un hacker que se paseaba sin camiseta y en monopatín por la embajada de Ecuador en Londres. Qué travieso el rompe jarrones. “Un inquilino molesto” para la prensa que años atrás bebía de su culo ahora sucio. Las picotas de barro comenzaron con la acusación de abuso sexual y quien más está disfrutando el baño es Donald Trump. Más allá de su carácter cerdícola, parece ser el que mejor está usando el boomerang. De momento, sigue esquivando. Cuando destapó intimidades de Hillary Clinton, amaba a Assange; cuando ‘The New York Times’ destapa escándalos de Trump, no sabe quién es Julian. Este desamor en dos años tampoco es casualidad. Si consigue enjuiciar a Assange y voltear la primera enmienda americana, podrá enjuiciar a los mismos periodistas que trata de mentirosos, hasta ahora respaldados por esa tradicional jurisdicción. Es ahí cuando a los periodistas nos dará el boomerang en la frente, cuando enterremos la enmienda de la libertad de expresión y prensa enterrando en barro a un actor que ya no nos suministra fango. Entonces, la segunda pasará a la primera y sólo quedarán armas. Y a ver luego quién lo enmienda.

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