En el instituto me dijeron que el lenguaje crea pensamiento. Desde entonces, desempeño ese poder con toda la responsabilidad. Por eso no puedo dejar de entrenar: me gusta escribir, leer y aprender. Y creo que se me da bien. Sobre todo porque escucho antes de plantear soluciones.
Lo hice en El Confidencial, en cuya redacción física en Madrid tuve la oportunidad de desempeñar mis primeras funciones como redactor. Luego, no he parado. Sobre todo experimentando con los nuevos formatos e innovación en el periodismo. Ah, también tengo un máster y una decena de publicaciones científicas.
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